Las musas nunca andan cada una por su lado
Un libro extremadamente visual que llena sus grandes páginas con sorprendentes imágenes de la naturaleza de África y América.
Cada estampa nos muestra los colores y la musicalidad de la naturaleza y del universo y con el descubrimos esa sinfonía que nos muestra Ricardo Simán, donde la cámara lo ayuda a atestiguar un instante único e irrepetible, y muestra el diálogo entre las criaturas y los parajes, ese canto geométrico del universo que engloba todas las artes en una estampa.
Este libro ciertamente es una bella colección de fotografías de África y América. Pero también es más que eso, si entendemos el hecho de captar imágenes con una cámara fotográfica en clave de arte. Y bien sabemos que cada disciplina artística en particular nos evoca a otras o a todas.
El libro muestra la naturaleza terrenal abajo, y del universo cielo arriba. Es la magia de La Luz en el ojo humano. Este libro es acerca de la mirada del ser creado a la creación, la contemplación de esa armonía para luego compartirla. Y solo cuando es mirada por más de uno es cuando la imagen que estaba en cualquier lado se transforma en una foto.
Un puente solo es un puente si hay alguien que lo cruza, sino es solo piedras sobre un río.
Si vemos una ballena, vemos perfección; si una gaceta pasea por la marisma, hay elegancia; si un elefante hace crujir la sabana africana, la nobleza se hace; si la Vía Láctea colorea la noche en el desierto, sentimos la inmensidad.
Pero, ¿quién escudriña el mundo en busca de las formas de la vida, y las encuentra? William Shakespeare, el gran dramaturgo inglés, en El mercader de Venecia, escribió hace más de cuatro siglos: “Ven, Jessica, contempla el firmamento, adornado con resplandecientes esferas doradas, en él no hay ni una sola estrella, que, en su girar, no cante como un ángel, que no pertenezca al coro de los querubines. Esa misma armonía está en nuestra alma, y solo cuando el triste harapo de la maldad la cubre, somos incapaces de oírla”.
Ahora descubrimos esa sinfonía que nos muestra Ricardo Simán, donde la cámara lo ayuda a atestiguar un instante único e irrepetible, y muestra el diálogo entre las criaturas y los parajes, ese canto geométrico del universo que engloba todas las artes en una estampa, una imagen, una fotografía.
Porque sobre la tierra y el cielo, la canción es La Luz y con ella los colores y el gran poema de la creación.
Cada imagen de este libro, con sus colores y sus formas, son las pruebas irrefutables de que esta tierra y ese cielo, son parte de un diseño de Dios. Pero la belleza en estas páginas tiene un propósito más allá de la contemplación, uno noble y bondadoso: ayudar.
Hoy por hoy, la Fundación Ricardo Félix Simán Massís, que lleva el nombre de nuestro hijo, se mantiene activa con programas de ayuda en educación, deportes y la promoción de la fe cristiana. Es nuestra aspiración continuar fortaleciéndola, la cual trata de hacer realidad el profundo deseo de nuestro hijo, el de contribuir a mejorar sustancialmente la vida de los jóvenes de escasos recursos de El Salvador.
Por eso, como parte de los objetivos de la institución, y una manera maravillosa de honrar el legado de nuestro Ricardito, siempre muy vivo en nuestros recuerdos, los fondos que se recauden con la venta de esta publicación, estarán destinados a los programas de ayuda de la Fundación.
No tengo duda alguna, un legado de bondad es imborrable, pero debemos esforzarnos para que se multiplique y que sea perdurable en los demás. Con esa intención intenté retratar la obra De Dios en este libro, para que la belleza también nos permita cumplir las metas de quienes necesitan nuestra ayuda. Así como también lo soñó Ricardito.